Nuestra Historia

En los años 70 nació la comunidad católica hispana de Ottawa en el seno de la colectividad española. Los españoles tenían la voluntad de vivir su fé acorde a su tradición y comenzaron a hacerlo reuniéndose a celebrar misa en español en forma regular y en diferentes lugares. En 1981 llegó a Canadá el Padre Gratien, quien fue el que se hizo cargo de esta comunidad apenas naciente y la adoptó como propia.

Al poco tiempo de esto, la comunidad hispana –bajo el nombre de Comunidad de la Inmaculada Concepción- fue acogida por la parroquia Sainte Famille y allí comenzó a crecer. Con la emigración resultante de los lamentables y trágicos sucesos que en los ‘70-’80 ocurrieron en la mayoría de nuestros países, la comunidad dejó de ser fundamentalmente española para tornarse esencialmente latinoamericana y se desarrolló hasta ser lo que hoy somos.

La Paroisse "Sainte Famille" fue fundada por los Oblatos de María Inmaculada en 1901. Fue la segunda parroquia de habla francesa en ser erigida en la diócesis de Ottawa y nació como una parroquia bilingüe que acogía a dos comunidades: franco-ontarienses (de habla francesa) e irlandeses (de habla inglesa).

La comunidad irlandesa se separó en 1930 debido al creciente número de miembros y la demanda de servicios, naciendo así la Parroquia anglófona Holy Canadian Martyrs que se erige a pocas cuadras de Sainte Famille y aún hoy pertenece a los Oblatos de María Inmaculada.

La parroquia fue un motor central en el desarrollo comunitario de la zona de Ottawa-East en la primera mitad del siglo XX. En 1956 pasó a manos de la Arquidiócesis de Ottawa. El actual edificio parroquial se construyó en 1958.

Posteriormente la parroquia estuvo constituida por dos comunidades perfectamente definidas, La comunidad canadiense francesa original, y la comunidad hispana de Ottawa-Gatineau. Mostrando la coexistencia armónica de culturas totalmente distintas.

Nuestra parroquia es privilegiada por su ambiente multicultural y las experiencias que a partir de ello se derivan. Hispanos, africanos, francófonos y anglófonos trabajamos juntos compartiendo lo más importante: nuestra fe.

Actualmente las dos comunidades se han fundido en una sola, lo que ha provocado un ambiente comunitario de hermandad y solidaridad, donde no existen diferencias sociales ni étnicas, donde todos son hermanos, donde todos se apoyan entre sí, comparten las mismas actividades, eventos y celebraciones litúrgicas. Donde cada uno aporta lo mejor de sí para contribuir al crecimiento del Reino de Dios.

A lo largo de su historia la parroquia acogió diversas iniciativas y asociaciones de laicos, sufrió los mismos embates que el resto de la Iglesia en Canadá pero, con el aporte de sus parroquianos, y la Gracia de Dios, continúa viva, activa, y cada día más fuerte.